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Extreme Age Capitulo 5: Solo es un sueño.

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Mensaje por Master Jue Abr 05, 2018 12:46 am

Una mujer de a mediados de 30 años, pelo mediano  color negro, una figura bien cuidada y que mucho la considerarían atractiva, entró  a la casa en la falda del cerro con propiedad . Puerta tras puerta se dirigía con paso firme hacia la oficina de Death
¿miedo? Puede que haya tenido, pero ahora por su cabeza solo pasaba una sola cosa…
abre la última puerta con mucha más fuerza y entra con rapidez.
- ¡¿Qué no te han enseñado a golpear?! Imagínate que estuviese teniendo sexo y tú entras como si nada.
Claramente Death y Éter la estaban esperando. Ella sentada -más bien echada- en la silla de su escritorio y Éter como si fuese un árbol firme detrás de ella.
-Conociéndote, no te importaría que te viese teniendo sexo- la voz de la mujer denotaba claro indicio de indignación.
-La verdad es que no- respondió Death con una sonrisa calmada en su cara y relajándose aún más en la silla -y… ¿Qué necesitas, señorita Mothay?
-¡No te hagas la estúpida! sabes muy bien a lo que he venido.
Ambas se quedaron mirando durante un tiempo, Mothay con claro enojo en su rostro y Death con una sonrisa relajada. Una competencia de voluntades que pareció ser una eternidad.
-Zonik no era parte del trato- rompió el silencio Mothay.
-Ah… de eso se trataba.
Esas palabras claramente eran para molestarla.
-Dije que no te hagas la estúpida.
- ¡Primero! - Death alzo con brusquedad su dedo índice a la altura de su rostro -No eres nadie para decirme que hacer y qué no hacer. Segundo- levanta su dedo mayor -nadie obligo a Zonik a transformarse en asesino, él fue quien lo busco.
-El solo tiene 13 años, ¿¡Cómo va a tomar una decisión así!?
-A sí que sabes su edad, si hace un montón de años que no has celebrado su cumpleaños.
- ¡Que no haya celebrado ningún cumpleaños es por culpa tuya!
-Al igual que Zonik ¡A ti nadie te obligó a hacer un trato conmigo!
-¡Solo tenía 14 años ! cualquiera con dos dedos de frente sabe que nada bueno pasa al hacer tratos contigo.
-¡Y Bionik y Zonik!- Death se levanta bruscamente de la mesa cambiando completamente su semblante a una de indignación. Asustando tanto a Mothay como a Éter, pero ambos sabían muy bien que si Death quería matar a alguien ya estaría muerto -Si no fuese por mí, tú jamás serías su madre.
- ¡Tú sabes que no me refiero a eso! - se acercó imponente Mothay a Death.
Nuevamente ambas estuvieron cara a cara, una tensión que pondría incomodo a cualquier ser.
Tras nuevamente un interminable silencio, Death hizo una extraña mueca mirando más allá de Mothay y se dirigió para sentarse en la silla.
-Tu padre vine hacia aquí.
El rostro de la mujer denoto un tono de perplejidad, luego dirigió su vista a la puerta.
No tardo en escucharse las puertas abriéndose y cerrando en la casa y luego pasos acercándose a la oficina.
Un anciano pasado de los 50 años pero por causa de las arrugas y el pelo blanco por las canas, daba la impresión de ser aún más mayor. Sin duda para su época fue alto, pero su altura era un poco menor a las dos mujeres aquí presente y mucho más pequeño que Eater. Vestía  un traje negro que sin duda fue hecho  a la medida por lo bien que se ajustaba, zapatos italianos, camisa blanca con una corbata negra, un gorro fedora del mismo color que su traje. Al sacarse sus lentes oscuras, denotó una vista muy cansada, sumando a su aspecto demacrado. Sin duda era un hombre que había pasado por mucho en su vida y ahora solo queda su fervor interno y la esperanza de mantener su familia en la cumbre como siempre ha sido.
-Don Isaac, que gusto verlo con vida- la sonrisa volvió a los labios de Death.
(Sarcasmo quizás)
-Zonik no era parte del trato- don Isaac hablaba, ignorando que su hija estaba en esa habitación.
-Es extraño… ambos al parecer hicieron un trato conmigo, pero solo se me atribuye un hijo. Las cuentas no me calzan- parecía un tono bromista, pero me daba la sensación que hablaba muy en serio.
- ¿Ambos? - don Isaac dirigió la mirada hacia su derecha viendo a su hija - ¿Andrea? ¿Qué haces aquí? – su voz era grabe y fría, pero ella ya está acostumbrada.
-Lo mismo que tú, padre… al parecer.
Por un momento se miraron.
-Bueno…- interrumpió Death -Ambos me prometieron un hijo y un nieto respectivamente, por lo que el caso está cerrado.
- ¡¿Qué hiciste que?!- Padre e hija se preguntaban  al mismo tiempo.
- ¿Como que prometiste un nieto a Death?
-Se suponía que iba a ser Bionik, pero recién me vengo a enterar de tu trato con Death.
-Y que si fuese Bionik de quien estamos hablando, sigue siendo tu nieto y tú se lo vendiste a Death.
-¡Ese monstruo no es mi nieto!
-Ese “monstruo ” como tú lo llamas, salió de mi útero y yo soy tu hija, ¡eso lo hace tu nieto!
-No me hables con ese tono Andrea, tu misma admites ser mi hija, compórtate como tal.
-¡A ver, a ver! Será mejor que todos nos tranquilicemos un poco- antes que la discuta comenzase a escalar, Death los interrumpió –Andrea, tú me prometiste tu primogénito, y Don Isaac, usted me prometió un nieto. Ya ha afirmado que no considera Bionik como su nieto, por ende, me prometió a su otro nieto, ósea a Zonik.
- ¡A sí que fue tu culpa! - los ojos de Andrea se clavaron como puñales en Don Isaac.
- ¿Mi culpa? Tú fuiste la que prometió a Bionik en primer lugar convirtiéndolo en un monstruo.
-Y me he arrepentido toda mi vida, pero eso no te da el derecho a dar a Zonik- la voz de Andrea parecía a punto de quebrarse, como si fuese a romper en lágrimas de un momento para otro.
-Era necesario para el bien de nuestra familia, tú conoces a Death- Death parecía intranquila tras esas palabras, inquietando a Éter. Al parecer, no le gusta que hablen de ella en tercera persona estando tan cerca –Y ni siquiera sabía que estaba dando a Zonik, si me hubieses hablado de tu trato con Death, jamás lo habría hecho…
-Pero eso no quita el hecho que vendiste a unos de tus nietos-
-¡Que ese monstruo no es mi nieto!... Ya no…
Las lágrimas brotaron de los ojos de Andrea, quería restregarle por la cara, golpearlo, gritarle que Bionik si era su nieto. Pero no lo hizo, quizás porque pensaba que en la cabeza de ese anciano ya no quedaba nada de comprensión y jamás lo haría cambiar de parecer.
Paso un tiempo en que los dos Mothay tomaron aire y se calmaron hasta que Death decidió intervenir.
-Creo que ya lo he explicado, pero lo repetiré ahora que se calmaron un poco- comenzó a hablar con clama y un poco de resignación Death -Señor Mothay, usted dejo de considerar a Bionik su nieto, por lo que está claro que tomaría otro joven para que nuestro trato se cumpliera. Y señorita Mothay, Zonik vino por su cuenta, nadie lo obligo a seguir el camino que acabo tomando.
-Pero él  solo es un niño, ¡No puede tomar una decisión así! -  respondía indignada Andrea.
-Zonik está en la edad de transformarse en un asesino, no eres la primera madre que me reclama lo mismo. Pero Zonik tomo su decisión, y como su madre deberías apoyarlo y seguirlo queriendo tal como es.
Pareciera que las palabras de Death calaron profundamente en el corazón de Andrea. Eran las exactas palabras que tenía que escuchar. Tan exactas que daba miedo.
-¡…!- Andrea quería decir algo, pero las palabras no salieron de su boca.
-Son así las sucesos- continuaba Death -Y ahora, si me permiten, tengo algo que hacer.
Death hizo un gesto hacia Éter y él se acercó a ella. Death lo sujeto por la barbilla para acomodarlo a su altura y besarlo de manera relajada.
Padre e hija no iban a quedarse mirando lo que sabía que significaba ese gesto, y aunque sabían muy bien que Death solo lo hacía para decir indirectamente que ya había terminado de hablar con ellos, no querían discutirles por más insatisfechos que estaban con la situación.
Caminaron juntos hacia la salida del hogar de Death. Don Isaac se reunió con dos personas que debido a su vestimenta: trajeada oscura, corbata negra, camisa blanca y anteojos oscuros, junto con auriculares y seguramente armados. Daba inmediatamente la impresión de ser sus guardias de seguridad. Mientras que Andrea se dirigía a un convertible rojo, en el cual pacientemente esperaba un sujeto de tez morena y buen parecer.
-Hija… no voy a preguntar quién es el- Don Isaac se refería al conductor del vehículo de Andrea.
-Solo es un químico farmacéutico que contraté- respondió casualmente.
-te dije que… ah, no importa. Solo cuídate hija-  diciendo eso, don Isaac se subió a su limosina oscura ayudado por sus guardias.
Andrea sonrió en silencio mientras veía la escena y subió a su auto.

Extrañamente la pareja no continúo el beso.
-Es raro…- Eter detuvo con sus palabras a Death que estuvo a punto de salir de la oficina.
-¿El qué?- Death respondió mientras daba media vuelta para encarar a su asesino.
-No mataste a ninguno de ellos.
-¿Por qué debería?
Ambos se quedaron mirando, y la expresión de Eter de “sabes a qué me refiero” hizo que Death resoplara.
-Lamentablemente, no todo se puede conseguir matando.
-¡¿He?!
-¡¿…?!
-Perdón… Nunca pensé que escucharía decir eso de sus labios- Eter explicaba su desconcierto.
-“De tus”- corrigió Death –Sabes que no me gusta que me traten de usted.
-Perdón, Death…- Eter agacho la cabeza.
-Descuida…- Death respondió haciendo un gesto para que su mayordomo levantara su cabeza –A mí también me costó sus miles de años entenderlo.
Eter miro por la ventana, esta no daba ningún lugar en particular, pero el poso sus ojos en un espino no muy lejos de él.
-¿Tú crees que ella pueda conseguirlo?- Parecía un tono muy melancólico para Eter, que solo alguien que lo conoce muy bien, puede distinguir.
-Cada día que pasa, menos creo que lo pueda conseguir. Pero… ¡Eh! No hay que perder la esperanza- Death respondió con una sonrisa.
El asesino miro a su ama, lleva un buen tiempo conociéndola, lo suficiente como para saber si su expresión era falsa.



Extreme Age
Capítulo 5: Solo es un sueño.

Su cuerpo no se podía mover.
Estaba inmovilizado en una especie de llano desierto. Como si el agua de hace tiempo dejo de caer en este paramo, pero en un tiempo fue una tierra muy fértil.
Era de día, pero a pesar de que no había ninguna nube el cielo, era bastante oscuro, como un ocaso. Parecía que el sol se había ocultado ya que no lo podía encontrar, pero él sabía muy bien que no era eso. Es solo que el sol ya no estaba, pero seguía siendo medio día.
Desesperadamente intento moverse, pero no pudo. Estaba atado a unas estacas al suelo con unas cadenas que lo sujetaban de la cintura, tobillos, muñecas y cuello. Posicionándolo boca arriba con los brazos extendidos y las piernas juntas como si estuviesen haciendo la forma de la cruz.
Lucho contra las cadenas para poder liberarse, pero no hubo caso. Estaba firmemente atado al suelo.
De repente sintió una punzada de dolor. Miro de dónde provenía y vio a un cuervo negro, con un ala rota y cojo de una pata, estaba picoteando enérgicamente su pecho y devoraba sus entrañas.  Ajito su cuerpo, pero este estaba inmovilizado, trato de gritar, pero sus pulmones estaban perforados.
Sintió otra punzada en su estómago, por un momento no quiso mirar, pero sus ojos se dirigieron automáticamente al dolor. Vio a un cuervo gris intimidante, que picoteaba y comía sus tripas de manera estrepitosa.
No podía gritar, por lo que busco desesperadamente ayuda por algún lado, y sus ojos se encontraron con una sombra. Una silueta enorme que parecía ser de un cuervo que lo miraba fijamente a los ojos .  Estaba apoyado en un árbol seco que sin duda hace algún tiempo era muy imponente, pero ahora era solo un tronco viejo con las ramas secas.
Se quedó mirando el cuervo fijamente. Intento cambiar su mirada, pero no podía dejar de verlo, tenía que seguir viendo a ese imponente cuervo. No importaba cuanto dolor sufriese.
Ese cuervo y esos ojos tan hermosos, no quería perdérselo. Solo quería verlo.

La sensación de su puerta abriéndose despertó súbitamente a Maximiliano. Estaba bañado en un sudor frio y respirando pesadamente.
-Max, tu desayuno o vas a faltar hoy también al colegio- Florencia, que cargaba una bandeja con lo que parecía ser un tazón de leche con cereal y un par de torreja de pan de molde con mantequilla, miraba preocupada a Max - ¿Estas bien?
-Si, solo tuve un mal sueño.
Max se sentó es su cama apoyando  su espalda en el respaldo, miro el reloj de su velador -6:30- y se preparó para recibir la bandeja de Florencia.
-Ya te acostumbrarás a eso- hablaba tranquilamente la joven asesina, mientras le entregaba la bandeja con el desayuno.
- ¿Acostumbrarás?
-Lo llamamos sueño de muerte, ahora eres un asesino, tendrás uno cada vez que sueñes.
No tardo en retirarse Florencia de la habitación dejando a Max con muchas dudas con respecto al sueño que acaba de tener.

La rutina en la mañana de Max es muy sencilla.
Luego de comerse el desayuno. Se  dirige al baño para darse una ducha, lavarse los dientes y vestirse con el uniforme preparado de antemano el día anterior. Recoge su mochila arreglada con antelación y se dirigía hacia la parte de afuera de su casa donde lo esperaría un chofer de confianza de la familia que lo conduciría hacia el colegio. Había veces que se encontraba con Yanina, que también tenía su rutina de ir al colegio para desearle un buen día, pero en esta ocasión no ocurrió, aunque no fue algo que le llamó la atención ya que solía ocurrir.
Llego al colegio sin mayor inconveniente, y se dirigió a su sala de manera calmada.
-A sí que hoy decidiste aparecer- Alejandro con su ánimo jovial llamó la atención de Max, mientras que él se dirigía a su asiento.
Un silencio ocurrió entre ellos dos.
La sangre de Max hirvió, sus pupilas se contrajeron y el corazón se le acelero.
-Mátalo, saca tu arma y reviéntale la cabeza, es fácil, es sencillo, su vida en tus manos- pensamientos fugases pasaron por la mente de Max.
-Es normal faltar los primeros días de la escuela, pero si lo vas a hacer, no vengas el primer día… ¿estás bien?- esa pregunta regreso Max a sí mismo.
-Sí, tuve problemas en la casa- Max se sentó al lado de Alejandro.
-Problemas en la casa, igual, no quise venir por flojera- con su ánimo entre calmado y jovial explicaba Alejandro, Max no dijo nada – ¿Seguro que estas bien? ¿Pareces diferente?
-¿Diferente?- pregunto Max con una voz grabe.
-Si, a eso me refiero, diferente- con un tono algo preocupado hablo Alejandro.
-Diferente…- Max se quedó pensando en: “sin duda debe referirse a mi cambio de ¿especie?”
-Sí, diferente- repitió el joven trayendo devuelta de sus pensamiento a Max.
-Quizás esos “problemas en casa” me cambiaron más de lo que pensaba.
-Entonces ¿es verdad que tuviste problemas en casa?- desconcertado habló el joven –Creía que los niños ricos no tendrían esos problemas.
-¿Por qué los niños ricos no tendrían esos problemas?- una pregunta con un tono más agresivo de lo que esperaba Alejandro.
-Tranquilo, no necesitas ponerte a la defensiva…- trataba de calmar a Max –Solo me quejo ya que ayer no tuve a nadie con que juntarme, y fue muy incómodo.
-¿Por qué no?- tratando de calmarse y aprovechando la desviación del tema, Max pregunto tranquilamente.
-Esos niños ricos me miran en menos, creyéndose mejores que uno, por solo el hecho de que sus padres tienen más plata que el de uno-
-Lo dice el de mochila y bototos de marca…
-¿Estos? Me los encontré en una barata, sin duda son robados.- Alejandro contesto apuntando sus bototos.
-¿Y la mochila?- pregunto Max.
-¿Esta? me la robé yo-
Ambos se quedaron mirando por un tiempo hasta que se largaron a reír repentinamente.
-No creo que te miren en menos por esas cosas, más bien eres nuevo y no saben cómo llegar a ti.- Max explicaba luego de sus rizas
-¿Por qué no sabrían llegar a mí?
-¿En serio? llevas un montón de parches de bandas en tu mochila, bototos  y muñequeras de cuero, tu ropa desaliñada y tu corbata desabrochada.
-Debería ser el más popular entonces….- Alejandro un poco desanimado dijo lo último.
Max después de lo último estallo de la riza, haciendo que los demás compañeros echaron un vistazo corto y tras ver lo que sucedía reían en silencio por la sorpresa y no le daban mayor importancia.
Max no creía que lo último fuera dicho en serio.
-¿Hablas en serio?- preguntó Max al ver la cara de enfado de Alejandro.
-¿Por qué no?
-Te aseguro que ninguna de esas bandas, se siguen escuchando y yo solo sé de ellas porque mi abuelo las escuchaba, y él ya era un bicho raro.
-Me rompes el corazón Javier, lastimas mi sentimientos.- tras terminar su frece se puso a reír en carcajadas Alejandro.
-Sabía que estabas bromeando…- respondió Max con un empujón amistoso al hombro de Alejandro.
-Nah, me gusta la música, mi madre la escuchaba y mi abuelo antes de ella, y a mí me gusta el estilo.
-A mí también me gusta el punk y el metal, pero no andaría vestido como tú.
-¿Por qué no?- Pregunto Alejandro con cara de genuina duda.
-Esos bototos y muñequeras parece más incomodas de lo que me gustaría llevar, me gusta estar cómodo en mi ropa- explicaba Max.
-Los bototos son más cómodos de lo que parece, y las muñequeras después de que te acostumbras, ni te das cuenta de que las llevas.
Ambos siguieron conversando casualmente hasta que la clase inicio y tuvieron que seguir conversando discretamente.
La clase dio inicio, esta vez, a la materia que daría durante cierto periodo.
En el recreo Max y Alejandro conversando sobre temas triviales hasta que tuvieron que volver a su sala.
La siguiente clase no conversaron, la profesora tenía un semblante de autoridad, y el ambiente de la sala parecía tenso y permanecía en silencio. Como si cada uno supiese que si se perdía la materia dictada por la profesora o disturbara la calma en la sala, podría conllevar a pasar vergüenza por una llamada de atención o les iría mal en los exámenes por perderse un punto en específico de la asignatura.
Fue en este silencio donde una melodía sonó.
Era una canción con tonos suaves y rítmicos, con una guitarra clásica, un bajo suave, una batería y un saxofón,  un ritmo latino con influencia africanas dándole un sonido sensual, apoyado con una vocalista femenina que cantaba en ingles una letra que romantizaba el amor erótico y sexual.
Todos en la sala buscaron la fuente del sonido que rompió completamente el ambiente, algunos chismorreaban con sus compañeros de banco y otros se reían nerviosamente.
-¡Apaguen sus celulares!- enojada exclamó la profesora.
-¡Tss!- golpeo Alejandro con su codo,  el codo de Max –Es tu celu, Javier-
Max nunca habría puesto una canción de ese estilo es su celular, su tono de llamada era una música electrónica, a excepción de ciertas personas que les había puesto unos tonos característicos, pero jamás ese tema.
Pero claramente el sonido venía de su bolsillo, por lo que tras pedir disculpa a la profesora, decidió apagar el teléfono.
Max se quedó congelado.
-¿¡Que pasa?!- preguntó algo enfadada la profesora.
Maximiliano tenía una mirada perpleja en su rostro, “Death” era el contacto que salía en pantalla.
-Profe, ¿Puedo salir? Es urgente.
La profesora parecía desconcertada también, pero le concedió el permiso a Max al ver su cara de preocupación.
-Está bien... sal- dijo sin dejar de lado su personalidad firme.
-Gracias- respondió Max mientras se dirigía rápidamente fuera de la sala.
Maximiliano tomo su teléfono, respiro, contesto y lo acerco a su oído
-¿Quién eres?- Max sabía la respuesta a esa pregunta, pero quería estar seguro, o más bien, quería estar equivocado.
-Que rudo, soy yo amor, Death- una voz femenina que claramente fingía su desconformidad respondió la pregunta.
Maximiliano se quedó en silencio, su boca se movía pero no decía nada.
-¿Hola?... bueno te llamaba para indicarte que el martes a las 8 de la tarde, comenzará tu entrenamiento, ven a mi casa, se puntual amor- no hubo respuesta por parte de Max –¿sigues ahí?
-S. Si- respondió Max tartamudeando.
-bien bien, bueno, nos veremos dulzura, hasta luego.
Max se quedó esperando al darse cuenta que Death aún no colgaba la llamada.
-Se supone que tu también tiene que despedirte, Zonik- con un tono que claramente fingía estar regañando a Max, Death habló.
-Perdón. Hasta luego… Death.
-Hasta luego cariño…- Death se despedía mientras colgaba su teléfono.
Parecía un sueño, de esos que deseas que sean solo un sueño, pero ese sueño  se volvía cada vez más verdadero.
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